El Cristiano y el Amor por las Riquezas







Por Carlos de los Santos. Noviembre de 2011. Revisado mayo de 2014. Puerto Plata.  Rep. Dom.



 (Mateo 6:19-24)
No os acumuléis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y roban; sino acumulaos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban; porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo; por eso, si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará lleno de luz. Pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará lleno de oscuridad. Así que, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande será la oscuridad! Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Fin de la cita.
  
Proverbios 23:4  No te fatigues en adquirir riquezas, deja de pensar en ellas.
   Mateo 6:24 Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.

Mammon es el término empleado en la cita anterior para referirse a riqueza, este proviene del griego mamonas(dinero). Mammon es el dios del dinero y de las riquezas. Es un ídolo hoy en día universalmente venerado. El mundo entero lo reverencia; lo mismo que antaño, toda el Asia y el mundo honraban a la gran diosa diana(hechos 19). Vivimos en el siglo de oro, o del dinero; las riquezas se apoderan de los corazones: todos las desean, las buscan, las aman. El culto a mammon es universal y esto no ha de sorprendernos, tratándose de los hombres del mundo, cuyo único objeto y afán es este, en esta vida. Para ellos nada hay tan legítimo como ese amor al dinero, en vez de moderarlo, lo excitan; lejos de pensar que es la raíz de toda clase de males, pretenden, al contrario, que las riquezas son una fuente de felicidad; ellos son del mundo, aman y seguirán amando siempre lo que- en este mundo perecedero- les proporciona la felicidad y el bienestar. 
Es importante entender que si se anhela riqueza con los mismos propósitos o intenciones que eran deseadas en el pasado, es decir, desde la óptica del viejo hombre, con seguridad, se caerá en la trampa de la codicia.

Además, contrario a la naturaleza humana corrompida, nuestra confianza no debe estar fundamentada sobre los bienes que se posean, sino en Dios.

Por otro lado, una forma sabia de no caer presa de la avaricia por las riquezas, es precisamente no desearlas.  Con frecuencia, muchos hijos de Dios estamos deseando ser ricos bajo el pretexto, según nosotros, de que  es para hacer bien a los demás. Pero, si es así, por qué no permitimos que Dios, cuando juzgue conveniente, nos entregue lo que Él considere apropiado. No olvidemos que nuestro corazón es perverso y engañoso más que todas las cosas y puede esconder y hasta disfrazar nuestra codicia y avaricia por los bienes materiales. Finalmente, en verdad, el no anhelar las riquezas es el medio más seguro para no ser esclavo de ellas.   Como vuela la vista por las riquezas, así se vuelan ellas mismas: o son pasajeras, o bíen dejan de satisfacer. Son volátiles.  

(1Timoteo 6:6-10)
Pero la piedad, en efecto, es un medio de gran ganancia cuando va acompañada de contentamiento. Porque nada hemos traído al mundo, así que nada podemos sacar de él. y si tenemos qué comer y con qué cubrirnos, con eso estaremos contentos. Pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo y en muchos deseos necios y dañosos que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición. Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores. Concluye la cita.



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