El Amor Verdadero

Por Carlos de los Santos. Puerto Plata, Rep. Dom. Marzo, 2014.




Cuando la biblia dice que Dios nos amó de tal manera que dio a su hijo unigénito para que todo aquel que en el crea no se pierda sino que tenga vida eterna, es evidente que ese amor no fue causado por acciones de los hombres, sino que fue una decisión de Dios porque El es amor.


Amor.
Del lat. Amor, -oris.
1. m. Sentimiento que mueve a desear que la realidad amada, otra persona, un grupo humano o alguna cosa, alcance lo que se juzga su bien, a procurar que ese deseo se cumpla y a gozar como bien propio el hecho de saberlo cumplido. Uniendo a esta palabra la preposición de, indicamos el objeto a que se refiere: como AMOR de Dios, de los hijos, de la gloria; o la persona que lo siente: como AMOR de padre.

En griego, hay distintos términos para expresar lo que nosotros llamamos amor.
 [philéo] es el término más usado de todos, y, en
general, designa la inclinación hacia una cosa o hacia una persona. La relación de amor hacia parientes y amigos está en primer plano adelphós]), pero juntamente se incluye toda la dimensión de la «benevolencia» que puede tener como objeto dioses, personas y cosas. ConsiguientementeConsiguientemente  [philia] designa el amor, la amistad, el afecto, el cariño; (píXoq [phüos] es el pariente o el amigo.

 Por el contrario eros es el amor concupiscente, posesivo.


En los LXX, el verbo hebreo 'ahéb se traduce preferentemente con agapáo Es de ahí de donde se ha
originado el sustantivo agapé, que traduce el hebreo 'ahabah El verbo aparece mucho mas a menudo que el
sustantivo, 'ahéb puede referirse a personas y cosas, y expresa en primer lugar las relaciones mutuas de los hombres, luego también la relación entre Dios y el hombre.


Agape y agapao: El amor solo puede conocerse a base de las acciones que provoca. El amor de Dios se ve en la dádiva de su Hijo (1 Jn 4.9, 10). Pero es evidente que no se trata de un amor basado en la complacencia, ni afecto, esto es, no fue causado por ninguna excelencia en sus objetos (Ro 5.8). Se trató de un ejercicio de la voluntad divina en una elección deliberada, hecha sin otra causa que aquella que proviene de la naturaleza del mismo Dios (cf. Dt 7.7, 8).

»El amor tuvo su perfecta expresión entre los hombres en el Señor Jesucristo (1 Co 5.14; Ef 2.4; 3.19; 5.2); el amor cristiano es el fruto de su Espíritu en el cristiano (Gl 5.22).
»El amor cristiano tiene a Dios como su principal objeto, y se expresa ante todo en una implícita Obediencia a sus mandamientos (Jn 14.15, 21,23; 15.10; 1 Jn 2.5; 5.3; 2 Jn 6). La propia voluntad, esto es, complacer los propios deseos, es la negación del amor debido a Dios.

»El amor cristiano, sea que se ejercite hacia los hermanos, o hacia hombres en general, no es un impulso que provenga de los sentimientos, no siempre concuerda con la general inclinación de los sentimientos, ni se derrama solo sobre aquellos con los que se descubre una cierta afinidad. El amor busca el bien de todos (Ro 15.2), y no busca el mal de nadie (13.8-10); el amor busca la oportunidad de hacer el bien a «todos, y mayormente a los de la familia de la fe» (Gl 6.10). 



No podremos amar a Dios si no guardamos sus mandamientos 

Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea perfecto. Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros, así como yo os he amado. Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno dé su vida por sus amigos.  (Juan 15:9-13)

Cuando hayamos tomado la decisión de aceptar la oferta de Dios para que le amemos, debemos guardar sus mandamientos.  Porque verdaderamente solo podemos amar a Dios si su naturaleza misma actúa en nosotros.  Pero esto ocurrirá mediante la puesta en práctica de los preceptos Divinos, ellos son los que nos transforman.  Además, del texto anterior podemos ver también  que el amar a Dios es un asunto práctico.  Y, si nuestra decisión ha sido firme y sincera, las manifestaciones de ellas se harán evidentes.


El verdadero amor hacia el prójimo 

En esto conocemos el amor: en que El puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano en necesidad y cierra su corazón contra él, ¿cómo puede morar el amor de Dios en él? Hijos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.  (1Juan 3:16-18).

El verdadero amor, el de Dios, implica sacrificio en beneficio de otro. Por eso dice aquí Dios que si amamos a alguien y vemos que tiene una necesidad y si nosotros estamos en capacidad de ayudarle, que demostremos ese amor que le profesamos supliéndole lo necesario. Cristo demostró su amor por nosotros dando en sacrificio su propia vida para salvarnos. Si decimos que amamos y no estamos dispuestos a sacrificarnos, eso no es amor, al menos, no es amor ágape.



 Quien  ama a Dios en verdad, anhela hacer su voluntad
                         
A partir de ese momento comenzó Yahshúa a hacerles saber a sus talmidim que tenía que ir a Yerushalayim y soportar mucho sufrimiento a manos de los ancianos, de los principales kohanim y de los maestros de la Toráh; y que lo iban a matar; pero al tercer día tenía que ser resucitado.[100] Kefa le llevó aparte, y comenzó a reprenderlo diciendo: "¡El Cielo tenga misericordia, Adón! ¡De ninguna manera esto te acontecerá a ti!" Pero Yahshúa le volvió la espalda a Kefa, diciendo: "¡Apártate de mí, ha satán! ¡Tú eres un tropiezo en mi camino, porque tu pensamiento es desde una perspectiva humana, no de la perspectiva de YAHWEH!" Entonces Yahshúa dijo a sus talmidim: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su estaca de ejecución y sígame constantemente. (Mateo 16:21-24) (Versión traducción kadosh)

El amor de Jesús hacia el Padre, lo llevó a obedecerle en todo, hasta el punto que hasta la propia vida la menospreció. Si amamos a Dios vamos a desear hacer su voluntad.


Cuando hayamos tomado la decisión de aceptar la oferta de Dios para que le amemos, debemos guardar sus mandamientos.  Porque verdaderamente solo podemos amar a Dios si su naturaleza misma actúa en nosotros.  Pero esto ocurrirá mediante la puesta en práctica de los preceptos Divinos, ellos son los que nos transforman.  Además, del texto anterior podemos ver también  que el amar a Dios es un asunto práctico.  Y, si nuestra decisión ha sido firme y sincera, las manifestaciones de ellas se harán evidentes.

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