Cómo lograr la Victoria en la Guerra Espiritual
Por Carlos Israel de
los Santos Ramírez, Diciembre de 2011. Revisado diciembre de 2013
Como podemos ver en
nuestro mundo material, toda guerra en la que se desee vencer, deberán
cumplirse ciertos requisitos, como, por ejemplo, el empleo de las armas y las
estrategias apropiadas. De la misma
forma, nosotros, los seguidores de Cristo, tenemos que vestirnos con las
armaduras de Dios y combatir con ellas, si
queremos gozar de la alegría de la Victoria. En lo adelante, analizamos
cuáles son esas armas y qué representa cada una de ellas.
Primero: reconociendo
la existencia de la guerra espiritual. Es importante no ignorar que tenemos una
lucha contra fuerzas espirituales contrarias y que si queremos ganarles,
debemos emplear las armas correctas para ello.
Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne,
sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de
tinieblas, contra las huestes
espirituales de maldad en las regiones
celestiales. (Efesios 6:12 LBLA)
Segundo:
fortaleciéndose en el Señor. Un
principio imprescindible que debemos conocer y aplicar, es que con fuerza
propia no podremos combatir y ganar en la guerra espiritual. Necesitamos,
absolutamente, de la fortaleza de Dios.
Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en el poder
de su fuerza. Revestíos con toda la armadura de Dios para que podáis estar
firmes contra las insidias del diablo. (Efesios 6:10-11 LBLA)
Tomando las
armas y empleándolas. La guerra espiritual es una realidad. Para enfrentar a
nuestros adversarios, tenemos que emplear armas espirituales apropiadas, si
queremos derrotarlos.
Pues aunque andamos en la carne, no luchamos según
la carne; porque las armas de nuestra contienda no son carnales, sino poderosas
en Dios para la destrucción de fortalezas (2 Corintios 10:3-4 LBLA)
Estad, pues, firmes, CEÑIDA VUESTRA CINTURA CON LA
VERDAD, REVESTIDOS CON LA CORAZA DE LA JUSTICIA, y calzados LOS PIES CON EL
APRESTO DEL EVANGELIO DE LA PAZ; en todo, tomando el escudo de la fe con el que
podréis apagar todos los dardos encendidos del maligno. Tomad también el YELMO
DE LA SALVACION, y la espada del Espíritu que es la palabra de Dios. Con toda
oración y súplica orad en todo tiempo en el Espíritu, y así, velad con toda
perseverancia y súplica por todos los santos (Efesios 6:14-18 LBLA)
Es importante
conocer el significado de algunas palabras que encontramos en la porción
bíblica anterior. Lo primero que debemos
notar es que como es frecuente en la Biblia,
se emplean elementos del mundo físico para explicar una verdad espiritual. Esto
es debido a que todo lo que vemos en el mundo material es un reflejo del
espiritual. Así, por ejemplo, una guerra visible entre ejércitos terrenales es
producto de decisiones en la parte inmaterial
del hombre, su alma. Veamos.
La verdad es la faja que junta y sujeta los
largos mantos, de modo que el soldado cristiano está sin trabas para la acción.
El calzado, se refiere a las sandalias o calzado militar utilizado en
aquel entonces. Aun hoy día, los
calzados militares son hechos con unas características especiales de
resistencia. Estar preparados con el Evangelio de la Paz, es el calzado que
debe utilizar el soldado cristiano.
Escudo, del griego thureos significaba anteriormente una piedra para cerrar la
entrada de una cueva; luego, un escudo, grande y oblongo, protegiendo todo el
cuerpo del soldado. La fe, es decir
la seguridad o confianza en Dios es el escudo que protege al soldado de
Dios.
Coraza del
griego thorax, primariamente, el tórax. Denota una
coraza o coselete, consistente en dos partes y protegiendo al cuerpo en ambos
lados, desde el cuello hasta la cintura.
La justicia Divina es la coraza del cristiano. La justicia de Cristo
obra en nosotros por medio del Espíritu Santo.
Yelmo, del griego
perikefalaia , de pere , alrededor, y
kefale , cabeza, una protección alrededor de la cabeza. La salvación es la
esperanza que alienta al creyente a resistirse al espíritu que domine en su
medio. Esa esperanza no es en vano, ya
que sabemos que Dios no miente.
Por lo general, jereb se refiere a un implemento bélico tal como una «espada». Sin
embargo, el vocablo en sí no específica la forma exacta del arma.
En el nuevo testamento, del griego macaira, espada corta o daga. La palabra
de Dios se describe a sí misma como una espada aguda de doble filo (vea Hebreos
4:12). Con ella Jesucristo derrotó al diablo cuando éste lo tentó y con ella
matará a los ejércitos que se reunirán para pelear contra El en el Armagedón.
Vea Mateo 4:1-10 y Apocalipsis 19:21.
Otras citas
bíblicas que respaldan el hecho de que el cristiano, si lucha de forma
apropiada, siempre Dios le dará la victoria:
Ningún arma forjada contra ti prosperará, y
condenarás toda lengua que se alce contra ti en juicio. Esta es la herencia de
los siervos del SEÑOR, y su justificación viene de mí--declara el SEÑOR.
(Isaías 54:17 LBLA)
No temas, porque yo estoy contigo; no te
desalientes, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí,
te sostendré con la diestra de mi justicia. He aquí, todos los que se enojan
contra ti serán avergonzados y humillados; los que contienden contigo serán como
nada y perecerán. (Isaías 41:10-11 LBLA)
Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles
a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los
días, hasta el fin del mundo. (Mateo 28:19-20 LBLA)
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
(Filipenses 4:13 LBLA)
Hijos míos, vosotros sois de Dios y los habéis
vencido, porque mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo.
(1 Juan 4:4 LBLA)
Y habiendo despojado a los poderes y autoridades,
hizo de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos por medio de El.
(Colosenses 2:15 LBLA)
En conclusión:
decimos que para obtener la victoria en la guerra espiritual que como cristianos
inevitablemente enfrentaremos, debemos fortalecernos en Señor cada día y tomar
las armas espirituales que la Biblia nos describe y emplearlas correctamente.
Si combatimos de la forma que Dios nos aconseja hacerlo, no hay forma de que no
salgamos vencedores.
Dios le bendiga y hasta una próxima entrega.
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