La Intención del Corazón es lo que más debemos Cuidar
Por
Carlos de los Santos. Sept. de
2011. Revisado sept. de 2014. Puerto Plata. Rep. Dom.
Introducción
Este es un tema que todo ser humano y de forma específica
el creyente debe comprender a plenitud, desde lo más profundo hasta la
superficie.
Talvez alguien se
este preguntando por que hacemos tanto énfasis en la cuestión de las
intenciones del corazón del hombre. La razón es que nuestras decisiones y las
acciones que ejecutamos son el producto de aquello que nos propongamos lograr,
esto es así, al menos cuando actuamos de forma conciente, aunque también el
inconsciente influye en nuestras decisiones. Pero hay otra causa más poderosa todavía
y es que Dios nos cataloga según sea nuestro corazón. Somos para Dios lo
que seamos dentro de nosotros. Porque no es judío el que lo es
exteriormente, ni la circuncisión es la externa, en la carne; sino que es judío
el que lo es interiormente, y la circuncisión es la del corazón, por el
Espíritu, no por la letra; la alabanza del cual no procede de los hombres, sino
de Dios. (Romanos 2:28-29 LBLA)
Objetivo especifico: que comprendamos que debemos cuidar
nuestro corazón para que al pensar, hablar, decidir o actuar venga acompañado
de intención o intenciones puras y
sinceras si queremos recibir aprobación de Dios.
Definición de corazón el
contexto bíblico
Corazón
es un término que alude en la
Biblia con preferencia a fuente de vida moral, intelectual y
espiritual y muy pocas veces a la vida física, como víscera relacionada con el
movimiento de la sangre. El Evangelio
emplea el termino griego kardia y aparece usado 162 veces: 157 aludiendo al
corazón humano, dos en referencia al corazón de Jesús (Mt. 11.29 y Mc. 1. 41),
dos al Corazón de María (Lc. 2. 19 y 51) y una al Corazón de Dios (Hech. 13.22
según 1 Sam. 13. 14)
La alusión al
corazón se ve con frecuencia en los labios de Jesús, según la referencia de los
Evangelistas. Y se alude a ser el corazón la fuente de las intenciones malas o
buenas: Mc. 2.6; Lc. 3. 15; Lc. 21. 14; Jn. 16. 6
Definición de conciencia
e inconsciencia
Conciencia
En sicología, a efectos prácticos, la conciencia
se refiere a la capacidad que nos indica qué está bien
o mal.
Estas valoraciones del instante que acontece, permiten al individuo percibirse
a sí mismo como alguien capaz de modificar su entorno o por el contrario como
alguien sujeto a unas restricciones que le superan. Tenemos conciencia cuando
sabemos lo que está aconteciendo en nuestro Yo y otorgarle un concepto, ya en
lo que es propio de nuestro mundo interior, ya en lo que es el mundo exterior
que en él se refleja. La conciencia presenta algunas propiedades claramente
diferenciadas: dinamismo, unidad o totalidad, subjetividad, intencionalidad y
conocimiento certero. La conciencia predispone a la persona a actuar de forma
equilibrada entre su cosmovisión y los
hechos percibidos en el presente.
Inconsciente
Podemos
denominar como inconsciente a todos aquellos procesos mentales que están fuera
del pensamiento consciente.
Inconsciente es todo aquello que ocurre detrás
de la conciencia, aquello que no nos damos cuenta a simple vista y sin embargo
influye en gran medida en nuestra personalidad, en la forma en la que nos
relacionamos, en la elección de pareja, de carrera, etc.
Muchas de las experiencias que hemos vivido no
las recordamos por medio de la memoria, es decir en el sistema consciente, no
obstante éstas permanecen inscritas en el inconsciente y tienen repercusiones
en nuestra vida cotidiana.
¿Qué son las intenciones?
Las intenciones se definen como los propósitos, fines u
objetivos que se persiguen al ejecutar una acción determinada. En griego, el
término equivalente es boulei. Siendo nuestras acciones (manifestaciones
externas) el producto de nuestras intenciones (condiciones o estado interno),
éstas son las que dirigen nuestra vida. Sin embargo, las verdaderas intenciones pueden ser
escondidas, sea para bien o para mal. Pero, a Dios, quien lo conoce
todo, nada podemos esconderle (véase Hebreos 4:13 y Jeremías 17:9-10, Romanos
2:16 y 1Corintios 4:5). Por esto es importante que nuestras intenciones sean
puras y sinceras en todos los aspectos de nuestra vida si queremos obtener el
favor de Dios. Para ilustrar esta verdad analizaremos dos ejemplos bíblicos.
Primero, estudiemos el caso en el que Dios
le pide a Abraham que sacrifique a Isaac. Leamos: Aconteció que después
de estas cosas, Dios probó a Abraham, y le dijo: ¡Abraham! Y él respondió: Heme
aquí. Y Dios dijo: Toma ahora a tu hijo, tu único, a quien amas, a
Isaac, y ve a la tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de
los montes que yo te diré. Llegaron al lugar que Dios le había dicho y Abraham
edificó allí el altar, arregló la leña, ató a su hijo Isaac y lo puso en el
altar sobre la leña. Entonces Abraham extendió su mano y tomó el cuchillo para
sacrificar a su hijo. Mas el ángel del SEÑOR lo llamó desde el cielo y dijo:
¡Abraham, Abraham! Y él respondió: Heme aquí. Y el ángel dijo: No
extiendas tu mano contra el muchacho, ni le hagas nada; porque ahora sé que
temes a Dios, ya que no me has rehusado tu hijo, tu único.
(Génesis 22:1-2;
9-12 LBLA).
Usted podría decir que es evidente que la intención de
Dios no era que Abraham sacrificara a Isaac, pero usted sabe que eso es así
porque conoce la historia. Supóngase que la Biblia no hubiese arrojado luz al respecto, ¿cómo
se hubiese sabido cual era el propósito de Dios al mandar a sacrificar a Isaac
ya que todo externamente indicaba el sacrificio? Este es un caso donde las intenciones reales
son escondidas pero con un fin positivo que en este caso era probar a Abraham.
Nuestro corazón es
engañoso y perverso
Más engañoso que todo, es el corazón, y sin remedio;
¿quién lo comprenderá? Yo, el SEÑOR, escudriño el corazón, pruebo los
pensamientos, para dar a cada uno según sus caminos, según el fruto de sus
obras.
(Jeremías 17:9-10 LBLA)
Perverso, sa.
Del latín perversus.
1.
adj. Sumamente malo, que causa daño intencionadamente.
2. Que corrompe las costumbres o el orden y estado habitual de las cosas.
Engañar.
Del latín vulgar *ingannare,
burlar. Entre sus significados están:
1. tr. Dar a la mentira
apariencia de verdad.
2. Inducir a otro a tener por
cierto lo que no lo es, valiéndose de palabras o de obras aparentes y fingidas.
Siendo nuestro corazón algo tan importante porque de él
mana nuestra vida moral y es al mismo tiempo muy peligroso por ser perverso y
engañoso, debemos depositarlo en las manos de aquel que nada ni nadie lo puede
engañar, Dios Todopoderoso, ya que solo El puede purificar nuestro corazón y
darnos la fuerza que necesitamos para impedir que el corazón nos tienda una
emboscada. Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan
los manantiales de la vida.
(Proverbios 4:23 LBLA)
¿Aprueba Dios todo lo que
pensamos, decimos o hacemos?
No. Para que algo que pensemos,
digamos o hagamos reciba la aprobación de Dios debe ir acompañado de una intención
pura y sincera. Recordemos que la intención se define como el propósito, fin u
objetivo que se persigue al hacer algo. La hipocresía se define como el
fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se
tienen o experimentan. Cuando actuamos de manera que lo que hacemos es contrario,
en el sentido negativo, a lo que sentimos, actuamos con hipocresía. Un ejemplo
de esto fue la falsa amabilidad que mostró el rey David a Urías heteo cuando lo
mando a buscar de en medio de la guerra y lo manda a que fuera a su casa a
compartir con su mujer. La intención real de David era encubrir su pecado, sin
embargo, sus actuaciones externas demostraban amabilidad, condescendencia y agradecimiento
(véase 2 Samuel 11:6-27).
Conclusión:
Hemos visto que las intenciones
de nuestro corazón son las que nos califican o descalifican delante de Dios. Por
eso, todas las manifestaciones externas, incluso los antiguos sacrificios de
animales que se ofrecían a Dios carecían de validez si no eran acompañados del
sincero arrepentimiento y deseo de agradar a Dios. Una idéntica condición destructiva existe en
algunas personas hoy en día: alaban y honran a Dios con sus labios y otras
acciones aunque no tienen un genuino amor a Dios ni a sus justos mandamientos.
El resultado es engaño y ceguera espiritual.
Dijo entonces el
Señor: Por cuanto este pueblo se me
acerca con sus palabras y me honra con sus labios, pero aleja de mí su corazón,
y su veneración hacia mí es sólo
una tradición aprendida de memoria
, por tanto, he aquí, volveré a hacer maravillas con este pueblo, prodigiosas
maravillas; y perecerá la sabiduría de sus sabios, y se eclipsará el
entendimiento de sus entendidos. ¡Ay de los que van muy hondo para esconder sus
planes al SEÑOR, y realizan sus obras en tinieblas y dicen: ¿Quién nos ve, o
quién nos conoce? ¡Qué equivocación la vuestra! ¿Es acaso el alfarero como el
barro, para que lo que está hecho diga a su hacedor: El no me hizo; o lo que
está formado diga al que lo formó: El no tiene entendimiento?
(Isaías 29:13-16
LBLA)
Por lo tanto, procuremos siempre
actuar con sinceridad para que no nos engañemos a nosotros mismos.
Creo que verdaderamente es una gran enseñanza que debe ser leida varias veces para llevarla a la práctica diaria. Sería de gran provecho para todos los cristianos que queremos una vida victoriosa honrando siempre a Dios
ResponderBorrarAsí es.
Borrar