Para Dios cumplir su Plan es necesario Negarse a uno Mismo
Es
otra condición indispensable que debemos satisfacer si vamos a permitirle al Señor
que cumpla su propósito en nuestra vida de forma plena. Debemos observar que
negarse a sí mismo es renunciar a vivir de acuerdo a la razón, lógica, sentido
común, es decir, dejar de vivir conforme a nuestra naturaleza humana. Pero,
¿Por qué es esto necesario? Porque la naturaleza humana es contraria a la naturaleza
Divina y por lo tanto no pueden llegar a reconciliarse de forma tal que puedan
estar de acuerdo. En ese sentido,
debemos entender que si vivimos una vida natural estaremos siguiendo los
lineamientos de nuestra voluntad, mente y emociones y bajo esa condición no les
serviremos a Dios para mucho.
Mateo 16:21-25: Desde
entonces Jesucristo comenzó a declarar a sus discípulos que debía ir a
Jerusalén y sufrir muchas cosas de parte de los ancianos, de los principales
sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día. Y
tomándole aparte, Pedro comenzó a reprenderle, diciendo: ¡No lo permita Dios, Señor!
Eso nunca te acontecerá. Pero volviéndose El, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! Me eres piedra de
tropiezo; porque no estás pensando en las cosas de Dios, sino en las de los
hombres. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero
el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Termina la cita.
Aparnéomai es
la palabra griega empleada en el texto anterior para traducir negarse y
significa: negar completamente que se conoce a una persona, i.e. desconocer,
rechazar, abstenerse:—negar.
Obsérvese
aquí que Jesucristo colocó la voluntad de Su Padre por encima de sus propios
sentimientos humanos y que de no haberlo hecho así, hubiese aceptado la
sugerencia de Pedro viniendo a ser un obstáculo para el deseo de Dios. De la misma manera,
nosotros, si no renunciamos a nosotros mismos hasta el punto en que
despreciemos nuestra propia vida si fuere necesario, no vamos ser canalizadores
de la voluntad de Dios en la tierra, al menos, no bajo su perfecta voluntad.
Gálatas 5:16-17: Digo, pues: Andad por
el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne. Porque el deseo de la carne
es contra el Espíritu, y el del
Espíritu es contra la carne,
pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que no podéis hacer lo que
deseáis. Fin de la cita.
Es
evidente que si no somos guiados por el Espíritu de Dios, lo somos por la
carne. Ninguno que no se niega a sí mismo
no podrá jamás ser guiado por el Espíritu, pues la carne es opuesta al Espíritu
y son irreconciliables entre sí. Sin
embargo, vivimos muchas veces confundidos, creyendo que estamos viviendo y
andando por el Espíritu, cuando, en realidad, solo estamos actuando con buenos
deseos o buenas intenciones dirigidas por nuestra naturaleza humana corrompida.
Es lo mismo que hace una persona que no haya conocido a Cristo pero con corazón bien intencionado desde el punto
de vista natural. Esto se conoce como vivir según las cualidades del alma. Sin
embargo, aun cuando es cierto que Dios puede hacer, y de hecho hace su voluntad
de toda forma, lo que El en verdad desea es que caminemos conforme al Espíritu
Santo. Como podemos ver en Gálatas 5.25.
El apóstol Pablo nos da
otro ejemplo de negarse a sí mismo
Gálatas
2:20: Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino
que Cristo vive en mí; y la vida
que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y
se entregó a sí mismo por mí. Fin de la cita.
Filipenses 3:7-8: Pero todo lo que para
mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y aún más, yo
estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer
a Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo he perdido todo, y lo considero como
basura a fin de ganar a Cristo. Concluye la cita.
Finalmente,
hemos de aprender que negarse asimismo
no es pensar y actuar bien desde la óptica natural, sino conducirnos conforme a
la voluntad de Dios, la cual, muchas veces, contradice nuestros sentimientos,
voluntad, mente, emociones, razón, sentido común y lógica.
Definitivamente, si aun vivimos para satisfacer nuestros propios deseos,
anhelos y gustos, aun cuando los escondamos detrás de buenas intenciones, no
hemos aprendido a negarnos a nosotros mismos y por consiguiente estamos lejos
de vivir una vida de acuerdo a la perfecta voluntad de Dios, en virtud de lo
cual, no seriamos facilitadores para que
El cumpla su perfecto propósito en nosotros. Debemos cuidarnos de nuestra naturaleza
humana, nuestro principal enemigo, pues por medio de ella podemos tomar
decisiones en contra del deseo Divino. Más peligroso aun, el enemigo,
escondiéndose detrás de ella, nos incita a movernos en oposición al plan de
Dios para nosotros. Esto lo conseguiremos si dejamos que Dios guie nuestra vida
por completo. Es necesario, por tanto, negarnos a nosotros
mismos si queremos que el deseo de Dios nos alcance.
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