Comprendiendo el Momento de Dios para Tu Vida
Por Carlos de los
Santos. Agosto de 2011. Revisado, julio de 2014. Puerto Plata, Rep. Dom.
Hay algunos términos que debemos definir antes de
desarrollar este tema, son, a saber:
Paz, en el nuevo testamento, viene del griego eirene. Significa
descanso, en contraste con estar intranquilo, en conflicto, denota la ausencia
o el fin de un conflicto o preocupación. La paz de Dios en Filip. 4:7, es la
paz que Dios tiene al estar libre de toda ansiedad y preocupación y esta a su
vez se deriva de su perfecto conocimiento del futuro. Como nosotros debemos
apoyarnos en Dios, una medida de la paz que El tiene, nos mantendrá libres de
preocupación o ansiedad. Note, sin embargo, que esto no significa ausencia de
dificultad, sino, que la dificultad, no debe ponernos ansiosos o preocuparnos
hasta el punto de robarnos la paz de Dios.
Bendición, en el nuevo testamento, vine del griego eulogia, hablar
bien de, alabar. El verbo es eulogeo, hablar bien de, alabar,
como es el caso de los hombres hacia Dios, de Dios hacia los hombres, es decir,
distinguir con favor, conferirle felicidad.
Observe, que ninguno de los términos
que hemos definido anteriormente implica necesariamente, la ausencia de
dificultad. Pero ellos hacen referencia a nuestro estado interior. Porque
nuestro estado vital no se define de afuera hacia adentro, sino de adentro
hacia fuera.
Cuatro son las fuentes que básicamente influencian nuestra vida, es
decir, que en cada momento que vivimos una de estas o cualquier combinación de
ellas es la que dirigirá nuestra conducta y comportamiento, influenciando a su
vez en nuestro estado de ánimo, son a saber:
1-El propósito de Dios para
nosotros. 2-Lo que nace en nosotros mismos. 3-La condición de pecado. 4-Y, la
guerra espiritual. Tenemos que determinar cuál de estas cuatro condiciones es la
que está actuando en nosotros. Por otro lado es evidente, que la primera, el propósito
de Dios, es el que debe conducirnos siempre. Veamos:
1-Si estamos dentro de un propósito de Dios, entonces
estamos siendo bendecidos, aun cuando lo que nos acontezca en el momento sean
adversidades o dificultades varias. Muchas personas por no comprender este
principio, confunden la bendición con la maldición. Ellos no comprenden que la
dificultad cuando viene de parte de Dios tiene un objetivo positivo y es una bendición,
no una maldición. Por esto mismo viven entristecidos cuando Dios desea, quiere,
anhela que estén gozosos. Que no dependan de lo que pase a su alrededor. Y sabemos que para los que aman a Dios,
todas las cosas cooperan para bien, esto
es, para los que son llamados conforme a su propósito. (Romanos 8:28 LBLA) Un ejemplo en la vida real: suponga que
alguien debe ser operado para salvarle la vida y que esta persona rechaza la
anestesia. ¿Diríamos entonces que el dolor de la operación es una maldición? ¿No
es con el objetivo de salvarle la vida a esta persona?
2-Lo que se origina en nosotros
mismos. Si tenemos comunión con Dios, entonces lo que surja dentro de nosotros
debe coincidir con su voluntad. Aquí está también la solución al dilema del
libre albedrío. Es que cuando el Espíritu Santo mora en la persona, la voluntad
de esa persona, su libertad de elección, coincide con la voluntad de Dios sin que El tenga que forzarla a hacerlo.
3- La condición de pecado. Bajo una condición de pecado de
muerte, es decir, el pecado practicado conscientemente,
trae consecuencias desastrosas a la vida del ser humano. Es cierto, que la
misericordia de Dios dará un tiempo de gracia para que la persona renuncie al
pecado. Pero, en caso de optar por seguir así, inevitablemente las maldiciones
no se harán esperar porque el pecado es una apertura legal para que las maldiciones
actúen: El que practica el pecado es del
diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio. El Hijo de Dios se
manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo. Ninguno que
es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en
él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.
(1 Juan 3:8-9 LBLA)
4- La guerra espiritual. Es
evidente que como creyentes también enfrentaremos dificultades debido a nuestra
lucha contra las fuerzas malignas (véase Efesios 6:12). Pero, para enfrentar
estas adversidades debemos tomar las armas que Dios nos ha entregado y combatir
ardientemente contra toda oposición. Por
lo demás, fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza. Revestíos con
toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las insidias del
diablo. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en
el día malo, y habiéndolo hecho todo, estar firmes.
(Efesios 6:9-11, 13
LBLA)
Concluyendo:
Cada una de las cuatro etapas definidas en el apartado anterior
tiene un manejo diferente:
Al propósito de Dios, debemos someternos, pedirle a El
fuerza para atravesar toda dificultad que El haya dispuesto que atravesemos. Jamás
debemos rechazar las dificultades que vienen de Dios pues son para nuestro
beneficio. Ellas son la enseñanza de Dios para nosotros.
También, debemos procurar estar en comunión con Dios para
que nuestra voluntad coincida con la de El.
Si existe alguna condición de pecado en nuestra vida
debemos renunciar a ella y así cerrar la puerta legal a las maldiciones.
La guerra espiritual se enfrenta con decisión firme en
Dios y con las armaduras espirituales.
Dios le bendiga.
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